Ayer por la tarde decidí dejarme de estupideces, hacia calor y le dije adiós a mis mangas largas. (Esto sucedió durante la clase de ensayo). La reacción fue darme contra el asfalto. Se que las líneas frambuesa que estaban delineadas en mis brazos, eran una invitación para las miradas, las preguntas cocidas entre los labios para no ser preguntadas ¿Y en realidad están preparados para una mentira, o es que el morbo se volvió el próximo deporte favorito del pequeño burgués que llevas dentro.
Las cicatrices sonreían ya que por fin veían el exterior, sentían el aire y por un poco, se podrían por fin sentir libres de ser ellas, a pesar del dolor disimulado bajo el sol.
No llamo la atención. Esta condición se que muchos no la comprenden, se que ven a veces a una niña lastimada, loca, desequilibrada. Si, perdí la razón, pero no para llenar la garganta de su pleitesía personal.
Y no , no estoy equivocada, no en mostrar, pero estoy cansada de ocultar, no que tengo un problema, sino mi preocupación al que dirán, y si me queje porque me miraban raro, fue porque además de que la gente jamás esa dispuesta a regalar una pregunta genuina de preocupación humana, se que solo lo harán para sumar a la lista de las curiosidades express de su conciencia que resuma aires de cloaca recién abierta. Hasta la lastima resulta plástica.