La ansiedad ha sido una compañera atroz la mayor parte de mi vida. Siempre la he desviado inconscientemente hacia los recovecos de mi mente y de mi cuerpo. Y más allá de los confines en donde la deposito para que no haga daño al exterior, toma un diabólico impulso, por dejarla sosegada en una parte de mi alma, la cual hago llamar "Caja de irreflexiones vagas"; este contenedor suele a veces ser fuerte, sobre todo cuando tengo una reunión, o al hablar con personas, todo lo que la ansiedad descose entre mi nerviosismo y mi afrenta con el mundo de afuera, la caja lo contiene, pero cuando me quedo sola, o cuando divago en libros y meditaciones, la caja cede y ahí esta, sonriéndome, victoriosa, la inseparable ansiedad, mi ansiedad.
Ayer por la tarde cuando creí estar a salvo de las aflicciones mentales y recuperándome por fin de una gripe que no soltó mi cuerpo por mas de 3 días, ilusamente me sentía bien, y ahí cuando por fin tengo la certeza de que nada ensombrecerá por un rato la tarde ( porque que de una u otra manera la sombra se ha fundido en mi personalidad desde que soy pequeña) se acerca la ansiedad hurgando mi espalda, haciéndome sentir que no vale mi existencia, proclamando preguntas que me ahogan la garganta de incertidumbre ¿Por qué respiro? ¿Qué hago aquí? ¿Realmente vale vivir así, no seria mas sencillo si todo acabara?
después de todo no hay lugar a donde huir luego de la muerte, solo hay dudas, una tormenta de ellas jamás salvara tu alma. Sin embargo la contradigo y le grito - son esas mismas dudas las que me mantienen aquí, necesito saber, necesito seguir, necesito continuar, porque con franqueza ya no hay otro sitio hacia donde mirar, aunque al final sepa que esto me matara, y a veces me parece la opción mas acertada.
Traté de contenerla para que no afectara mi cuerpo, falle. Se deslizó sin vergüenza por mi espalda, hombros, buscando imperfecciones, después para calmarla le hice palpar cada una de mis cicatrices producto de un ataque de autolesión el sábado pasado, parece que funciono porque poco a poco fue retrocediendo. Y pensé - Seguro fue la falta de mi medicamento de siempre. Me convencí de que se había atrevido a salir por la falta del ansiolítico; ya que dejé de tomarlo unos días por tomar antigripales y antibióticos, mi estomago ya no es tan resistente.
Por ahora ha subir gradualmente mi medicamento tomándolo en dosis pequeñas para llegar a la dosis prescripta por el médico (si, me canse tanto de que me coagularan la mente a cada rato que ahora le pido a mi médico general, que no es psiquiatra o cosa parecida, que maneje mi dosis).
He despertado es otro día, pero quisiera saber cuando volverá la ansiedad, no avisa, y nadie me cree; nadie cree que llega con chingada espontaneidad y que se puede ir si mantengo un dialogo con ella; debo ganar, a veces fracaso. Estar desprevenida no es opcional, si estoy tan pensativa es porque refuerzo con todas las fuerzas y coraje mi alma, su extensión de salida. Lloro, porque se que al final soy yo misma.